lunes, 6 de julio de 2015

Democracia de Txitxinabo
Siempre he oído que la democracia es el mejor de los imperfectos sistemas de gobierno y debe ser verdad porque la historia así lo parece demostrar. No obstante, como todo sistema es posible mejorarlo y adaptarlo a las circunstancias de los tiempos, del país etc. Pero eso no parece ser lo primordial en el nuestro. En más de treinta años de ejercicio de la misma los poderes se resisten a variar un ápice lo que en principio pudo ser bueno y que a lo largo de los años se ha demostrado que no lo es. Los nuevos tiempos parece que exigen nuevas formas a las que los grandes partidos se resisten como gatos panza arriba. Ya no vale el nombrar con dedo divino a los candidatos, ni a que los electores nos veamos obligados a votar listas cerradas en las que se cuelan listillos, gandules, correveidiles, corruptos y otras clase de faunas de vividores varios. Por otro lado, debería estar recogido en una nueva ley los años de permanencia en la política con limitación de mandatos. Más que todo, para evitar esa clase de profesionales de la misma atados a privilegios, capaces de hacer cualquier cosa por mantenerlos. No es nada que no sepamos, que el sistema se creó para favorecer el bipartidismo y eso nos ha llevado a consecuencias que en mi opinión son nefastas para todos. Más, sabiendo que el pueblo y en este país más que en ningún otro, en demasiadas ocasiones se vota no a favor de uno, sino contra uno. Ya decía Machado lo de las dos Españas. Porque aquí se es de uno o del contrario
sin ni siquiera un análisis de los temas. Así, en las últimas elecciones no se votó a favor del P.P. sino en contra del P.S.O.E. Como si la crisis la hubiese creado Zapatero y no la banca americana y sus hipotecas basuras, etc. Pero no voy a sacar aquí la cara a nadie, lo que quiero decir es que es un tremendo error de esta democracia el permitir las mayorías absolutas que al final pagamos todos. No se puede permitir que el partido que gobierna con mayoría absoluta se pase por el forro la opinión del pueblo y haya que esperar cuatro años para poder revocar leyes y hechos, en muchos casos difíciles de revertir y que hipotecan el ejercicio de posteriores gobiernos, que pasan más tiempo en la revisión de lo mal hecho que en procurar que el país avance. No es de recibo el tener que aguantar a tertulianos y correveidiles, decir que a ellos les votaron por mayoría y que lo que hacen es lo que quiere la mayoría. Cuando todos sabemos que no es verdad, y que en ocasiones como la actual, actúan incluso incumpliendo su programa electoral, o lo que es lo mismo, el compromiso que adquirieron con el pueblo. Demasiadas voces se alzan para decir que esta democracia es de txitxinabo o de botijo y pandereta. Sin mencionar que las mayorías absolutas crean dictadores en potencia y en esta nuestra tierra y con la escuela de muchos años de dictadura tiene muchos y aventajados alumnos en el sistema en el que mejor se movieron y que siempre parecen añorar. Las mayorías absolutas es lo más cercano a una dictadura encubierta y aquí se la dimos a los hijos del régimen del 36. Que nadie se lleve a engaño, cuando voto ya debería saber cómo lo hizo y las consecuencias que nos traería a todos. Nada extraño nos puede parecer que en el país hayan aumentado el número de ricos, pues se legisla para ellos, o que traten de desmantelar cuantos servicios públicos puedan. Porque la derecha al contrario que la izquierda no tiene complejos de culpa cuando ejerce el poder y lo hace como algo natural. Es por eso que cualquier partido, idea o grupo que cuestione su estatus es sin pérdida de tiempo tildado de desarrapados, radicales, revolucionarios, etc. Nadie excepto ellos que son los elegidos por ser quienes son, hombres y mujeres de orden, entiéndase de su orden, los llamados a ejercer la noble tarea de guiarnos por el buen camino. Más que todo porque las urnas, ese mal menor que no les queda más remedio que admitir, son muy peligrosas, como ya han dicho en más de una ocasión algún que otro político de derechas. Tan peligrosas, que les dio a ellos la mayoría absoluta y la carta de corso para expoliar el estado en beneficio propio. Para que algunos puedan presumir del aeropuerto del abuelo, de los casos Punicos, Gurtel, Cajas B, Tarjetas Blakc, etc.  Pero la culpa de que los sucesos sean así no es totalmente de ellos, sino  de quienes votan con total inconsciencia y sin un análisis de los porqués de las cosas. Por todo ello, bienvenidos sean los nuevos partido, Ciudadano, Mareas, Podemos y demás. Porque esta será una forma de cambiar las cosas del todo o nada, del azul al rojo, o del gris al negro.
No, definitivamente las mayorías absolutas no son buenas y aquí menos que en otros lugares.

De la ley mordaza hablaremos otro día.