Democracia de Txitxinabo
Siempre he oído que la democracia
es el mejor de los imperfectos sistemas de gobierno y debe ser verdad porque la
historia así lo parece demostrar. No obstante, como todo sistema es posible
mejorarlo y adaptarlo a las circunstancias de los tiempos, del país etc. Pero
eso no parece ser lo primordial en el nuestro. En más de treinta años de
ejercicio de la misma los poderes se resisten a variar un ápice lo que en
principio pudo ser bueno y que a lo largo de los años se ha demostrado que no
lo es. Los nuevos tiempos parece que exigen nuevas formas a las que los grandes
partidos se resisten como gatos panza arriba. Ya no vale el nombrar con dedo
divino a los candidatos, ni a que los electores nos veamos obligados a votar
listas cerradas en las que se cuelan listillos, gandules, correveidiles,
corruptos y otras clase de faunas de vividores varios. Por otro lado, debería
estar recogido en una nueva ley los años de permanencia en la política con
limitación de mandatos. Más que todo, para evitar esa clase de profesionales de
la misma atados a privilegios, capaces de hacer cualquier cosa por mantenerlos.
No es nada que no sepamos, que el sistema se creó para favorecer el
bipartidismo y eso nos ha llevado a consecuencias que en mi opinión son nefastas
para todos. Más, sabiendo que el pueblo y en este país más que en ningún otro,
en demasiadas ocasiones se vota no a favor de uno, sino contra uno. Ya decía
Machado lo de las dos Españas. Porque aquí se es de uno o del contrario
sin ni
siquiera un análisis de los temas. Así, en las últimas elecciones no se votó a
favor del P.P. sino en contra del P.S.O.E. Como si la crisis la hubiese creado
Zapatero y no la banca americana y sus hipotecas basuras, etc. Pero no voy a
sacar aquí la cara a nadie, lo que quiero decir es que es un tremendo error de
esta democracia el permitir las mayorías absolutas que al final pagamos todos.
No se puede permitir que el partido que gobierna con mayoría absoluta se pase
por el forro la opinión del pueblo y haya que esperar cuatro años para poder revocar
leyes y hechos, en muchos casos difíciles de revertir y que hipotecan el
ejercicio de posteriores gobiernos, que pasan más tiempo en la revisión de lo
mal hecho que en procurar que el país avance. No es de recibo el tener que aguantar
a tertulianos y correveidiles, decir que a ellos les votaron por mayoría y que
lo que hacen es lo que quiere la mayoría. Cuando todos sabemos que no es verdad,
y que en ocasiones como la actual, actúan incluso incumpliendo su programa
electoral, o lo que es lo mismo, el compromiso que adquirieron con el pueblo. Demasiadas
voces se alzan para decir que esta democracia es de txitxinabo o de botijo y
pandereta. Sin mencionar que las mayorías absolutas crean dictadores en
potencia y en esta nuestra tierra y con la escuela de muchos años de dictadura
tiene muchos y aventajados alumnos en el sistema en el que mejor se movieron y
que siempre parecen añorar. Las mayorías absolutas es lo más cercano a una
dictadura encubierta y aquí se la dimos a los hijos del régimen del 36. Que
nadie se lleve a engaño, cuando voto ya debería saber cómo lo hizo y las
consecuencias que nos traería a todos. Nada extraño nos puede parecer que en el
país hayan aumentado el número de ricos, pues se legisla para ellos, o que
traten de desmantelar cuantos servicios públicos puedan. Porque la derecha al
contrario que la izquierda no tiene complejos de culpa cuando ejerce el poder y
lo hace como algo natural. Es por eso que cualquier partido, idea o grupo que
cuestione su estatus es sin pérdida de tiempo tildado de desarrapados,
radicales, revolucionarios, etc. Nadie excepto ellos que son los elegidos por
ser quienes son, hombres y mujeres de orden, entiéndase de su orden, los
llamados a ejercer la noble tarea de guiarnos por el buen camino. Más que todo
porque las urnas, ese mal menor que no les queda más remedio que admitir, son
muy peligrosas, como ya han dicho en más de una ocasión algún que otro político
de derechas. Tan peligrosas, que les dio a ellos la mayoría absoluta y la carta
de corso para expoliar el estado en beneficio propio. Para que algunos puedan
presumir del aeropuerto del abuelo, de los casos Punicos, Gurtel, Cajas B,
Tarjetas Blakc, etc. Pero la culpa de
que los sucesos sean así no es totalmente de ellos, sino de quienes votan con total inconsciencia y
sin un análisis de los porqués de las cosas. Por todo ello, bienvenidos sean
los nuevos partido, Ciudadano, Mareas, Podemos y demás. Porque esta será una
forma de cambiar las cosas del todo o nada, del azul al rojo, o del gris al
negro.
No, definitivamente las mayorías
absolutas no son buenas y aquí menos que en otros lugares.
De la ley mordaza hablaremos otro
día.