jueves, 14 de enero de 2016

HOMBRE DE PARTIDO
Yo hace tiempo que comprendí que no podía ser nunca un hombre de partido. Comprendo que haya quien lo sea, pero esa es una decisión personal. Pero comprenderán que es difícil alegrarse con las desgracias del prójimo para sentirse realizado. El ver como militantes de partidos que han albergado en su seno la corrupción se manifiestan contentos cuando en el del prójimo también lo hay no va conmigo. Porque creo es una forma de dar cobijo a las malas prácticas. Mal de muchos… país de corruptos.

Tampoco encuentro nada lógico el asumir que en campaña se puede decir una cosa y luego hacer la contraria. No voy a poner ejemplos pero los tenemos de partidos que se dicen de izquierdas y luego corren a ver que dice la derecha para ponerse de acuerdo o hacer lo mismo con pequeños matices que no enfaden mucho a los que en realidad tiene por amos, jefes o señores. Para mí eso no es sino una manifestación de complejo de pobre. De no ser consciente de verdad a quien tienen que representar y lo que tiene que hacer.
 No sé si será en esta legislatura o en la próxima o cuando, pero hay partidos que se avocan ellos mismos a ser meros apéndices o la anécdota de otros o a la desaparición por el simple hecho de no tener ya nada y a nadie a quien representar. Partidos que fueron la ilusión de muchos y el desengaño de casi todos. El mejor ejemplo de lo que digo es el partido socialista alemán. Mero comparsa de la política de la derecha. Aunque a esto los muy correctos políticamente lo llaman la gran coalición, o ser pragmáticos. Pero lo que verdaderamente esconde es una impotencia y una dejación de sus principios ideológicos. Aunque esto es mucho, porque es presuponer que los tienen, cosa que pongo en duda.  
No entiendo que se pueda ser de un partido que dice representar los intereses de unos y se pone de acuerdo con el contrario por el hecho de tocar poder, por lo que se dice, ocupar sillón. Eso sí, adornado con palabras grandilocuentes como gobernabilidad, sentido de estado, etc. No, no lo entiendo, no comprendo a quienes dicen que ya no hay izquierdas ni derechas. Y no lo entiendo porque nunca van a ser los mismos intereses lo que defienden o deberían defender tan dispares posturas. Porque hay que ser ingenuo, y yo creo que no lo soy, para esperar que el capital piense por la mayoría a no ser que lo enmarque dentro de la caridad.

Para terminar decir, que nunca he comprendido que se mantenga una ley electoral injusta, y que creo se mantendrá, porque siempre beneficia a los mismos. Como tampoco comprendo como en un país de corruptos y sinvergüenzas se pueda seguir votando a los mismos. A no ser, y como decía un político del siglo 19, se deba a que el pueblo no sea capaz de ser libre y de ejercer su libertad. Añorando a alguien que les diga por donde ir y que hacer y que es el fruto de la ignorancia mantenida en el tiempo por el poder en su desapego por la educación que acompaña al pueblo. Así que no es absurdo que se grite ¡Viva las cadenas!