domingo, 9 de octubre de 2011


Autocritica Política

 Decía no hace muchos días una alcaldesa de una probación de apenas 14 mil habitantes que le daba vergüenza pasar la contribución a los vecinos por lo poco que daba el Aynt. a cambio. Y no le faltaba razón para ello. El problema se produce cuando deja a un lado la autocritica. Nada dice del recorte que sufrieron los funcionarios, ni de los recortes en las diferentes áreas, cultura, juventud, etc, y obvia su subida de sueldo. Siendo como es, la primera edil que nada más tomar posesión de su cargo se subió el sueldo un 40%, hasta los 45 mil euros del ala. Es por ello que sea difícil creerle, ni tener en consideración sus opiniones. Porque no son sinceras palabras en quien ha hecho de la política su "modus vivendi", más allá de sus buenas o malas intenciones en la gestión. Que en este caso concreto, deja mucho que desear, debido sobre todo a su incompetencia, tanto en forma como en fondo. Es por ello, que difícilmente pueda cambiar mi opinión sobre ciertos políticos con declaraciones huecas y actos contrarios a lo que se dice. Porque al fin, son dragones que escupen en nuestras caras y encima nos piden que les creamos.  

domingo, 2 de octubre de 2011

Perroflauta
Esta palabra tan usada por los medios afines a la derecha para denominar a una parte de la población que no concuerda con sus conservadores cánones, me tiene en cierta manera perplejo. Me imagino que como yo todos nos hacemos una idea de lo que quieren significar con ello. Lo que no encuentro es una palabra acorde que les califique a ellos sin molestar al noble animal del que hablan. Porque no se ustedes pero es difícil calificar a esas personas a las que los acontecimientos actuales les resbala, porque ellos están por encima de protestas, crisis, etc. Personas que no animales, que pagan porque les lleven el perrito al veterinario o para que los paseen a 10  euros la hora porque ellos no tienen tiempo de esas nimiedades. Eso sí, que no se les pierda tan querido animal porque son capaces de pagar más recompensa por volverlo a hallar que por despedir a un trabajador, al fin y al cabo, un simple humano, con familia y obligaciones. Pienso que quizás deberíamos ser la inmensa mayoría los ofendidos por un calificativo que quiere ser insultante, pero visto la notoria y mayoritaria apatía, o quizás porque nos creamos un escudo para no ver la realidad, pensamos que eso no va con nosotros. Que no digo yo que no sea una forma como otra cualquiera de evadirse de la propia obligación por hacer que las cosas cambien. El problema viene cuando en algún momento nos tratan como a perroflautas. Y está claro, eso nos supera, porque esos son los otros, yo nunca, que para eso pago mis impuestos. Como si eso les importase algo. Luego vienen los imponderables; que te puedas quedar sin trabajo y pases a ser eso de lo que tú te sentías tan lejos. Lo que quizás ponga en evidencia el complejo de aparentar lo que no se es y de sentirse lo que la realidad desmiente continuamente pero que no quieres ver; que eres un perroflauta en potencia. Y que sólo la ocupación o la familia son en ocasiones las que lo evitan. Con esta pequeña reflexión sólo quiero dar un toque de atención a todos aquellos que se creen más o menos acomodados, por el simple hecho de tener un trabajo, y que creen ser clase media, casi alta, sin admitir que son, a lo sumo, honrados asalariados, y que adoptan como iguales y votan a quienes en demasiadas ocasiones los insultan o desprecian. Yo por mi parte y si he analizado bien el significado que le atribuyen y lo que significan los perroflautas, creo estoy más cerca de ellos que de los otros. Pero esto puede ser porque no soy nada pragmático, algo mayor y un poco anarcoide.
Julián R. Bujanda