domingo, 27 de marzo de 2011

Concurso de vino ecológico
Decía no hace mucho tiempo mi compañero de columna en Dirio de Noticias de Navarra, Javier Iriberri, que corríamos el peligro de perder al Itxako de balonmano femenino como equipo de la ciudad para pasar a serlo de Pamplona, y aunque en principio pudiera parecer exagerado el tiempo y las circunstancias de cómo se funciona por estos lares puede tener más de certeza que de augurio. Lo digo por la inoperancia y la dejadez con la que se trata, por algunos, los logros conseguidos por otros para la ciudad. Me refiero al concurso de vino ecológico. No hace falta poner de relieve la labor ímproba que les supuso a algunos el conseguir que este se celebrase en la ciudad y que respondiese con categoría y calidad a lo que de él se esperaba. Siendo como es de los primeros y de mayor categoría de cuantos se celebran en el estado. Pero nada de eso parece contar cuando generosamente, cuando no por idiotez manifiesta, se cede su celebración para mayor gloria de la capital y ayuda a dar vida al mausoleo del Baluarte, y quizás, y porque no decirlo, para que pueda lucir su palmito Yolandamari tan dada a fotografiarse por todo, y más, si estamos en vísperas de elecciones. No me extrañaría, aunque lo dudo, porque no creo que sean tan lerdos de cederlos, podían llevarse también el día del esparrago, del pimiento del piquillo o el de la tostada. Todo sea por dar a la capital algo con lo que entretener al personal y si el trabajo te lo hacen otros, mejor. Además, se evitaría el que los miembros del gobierno tuvieran que ir a ciertos pueblos donde los alcaldes o vecinos pueden echarles en cara alguna de sus actuaciones. Por eso propongo que la próxima iniciativa que se tome, se haga pensando en cómo encajara en la capital y así no tendremos problemas a la hora de cederles la iniciativa.

martes, 8 de marzo de 2011

RÍO EGA, RÍO DE VIDA

Río de Vida

El río que atraviesa la ciudad es el símbolo alegórico de la vida a la que en  demasiadas ocasiones damos la espalda. Sin percatarnos que nos marca las estaciones para recordarnos que estamos de paso. Un paso que debemos aprovechar para regar con nuestra amistad a cuantos podamos, porque aquello que no proporcionemos a los demás se perderá con nosotros sin remisión de recuperarlo. Y no debemos dudar en refrescar con nuestras palabras a quien las demande. Porque la vida discurre rápido, por eso no hay que desdeñar los momentos de placidez para desplegar cuanto de bueno aprendimos en la primavera de la vida. Y será en el florecer de la palabra donde nos encontraremos a nosotros mismos, Porque luego ya será tarde y con el estío llegará el atardecer
de nuestras ideas y quizás no podamos decir lo que quisiéramos, porque nuestro tiempo ya pasó, arrastrados por las frías aguas del invierno de la vida en un final vacío. Para ser, si no hicimos entonces lo que deberíamos, una riada de
amargura.