sábado, 19 de noviembre de 2011

Y Vencidos

Vencedores y Vencidos
Estas palabras en sí mismas encierran una concepción de la historia o más bien en el acervo cultural de algunas gentes nada baladí. A la vez que mantienen una manipulación de la historia. No sé si acordaran ustedes de la película que se hizo sobre los juicios de la segunda guerra mundial, pero se lo voy a recordar. El título de la misma era  Vencedores y Vencidos, pero le cambiaron el título y le adjudicaron el de El proceso de Núremberg. No crean que fue de forma casual sino más bien estudiada, ya que de esta forma no admitían, de alguna manera, su derrota. Era una forma de distraer de la memoria, que ellos también habían perdido, ya que los golpistas de Franco habían asumido como suyos el ideal Nazi y colaborado con tropas al ejército alemán. No eran capaces de asumir su derrota ideológica que nos tuvo secuestrados durante cuarenta años. Como tampoco lo eran para reconocer que en cualquier conflicto perdemos todos, unos más que otros, indudablemente, pero al fin todos. Porque todo sinsentido conlleva al aplazamiento de cuestiones que deberían resolverse por medio del convencimiento, por la palabra. Ahora, y en el marco de la desaparición de ETA, hay voces que claman su victoria y quieren, no el reconocimiento del mal causado, sino la humillación del oponente. Como si eso fuese el bálsamo de todos los males que han acaecido durante estos años. Olvidando que victimas las ha habido en todos los bandos y perdedores, todos. Se imaginan que hubiésemos pedido lo mismo que piden ellos en tiempos de la transición. Porque ahora es fácil decir que ya no quedan verdugos, pero en aquellos años los había y muchos. Y también los había que tenían que cruzarse por la calle con el que asesino a su padre a su hermano, etc. En definitiva, que no son las palabras las que hacen mal, sino el empleo que se las quiera dar. Para terminar decir que, todos debemos ser capaces de otorgar una oportunidad a la paz y sin manipular el dolor por un puñado votos. A las víctimas, de cualquier lado, reconocimiento y consuelo. Para los demás, un ejercicio de responsabilidad y asimilación de la lección de que la violencia no trae nada bueno, para nadie.

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