miércoles, 26 de agosto de 2015

Convento de San Benito, Estella-Lizarra
San Benito 1268-1990: La verdad es que de San Benito se puede decir que es un convento sin suerte y mal llevado por quienes lo ocuparon durante siglos. Pero lo primero será hablar de su historia.
Algunos historiadores sitúan su fundación a la par que el de la ciudad y no seria descabellado pensar que fuese cierto, si tenemos en cuenta que ya en el 1268, se consignan unos pagos de diezmos al fisco incluso mayores que el Puy que era una ermita muy visitada y de gran predicamento. Esto quiere decir que ya para entonces albergaba de laguna forma una estructura conventual.
Pero del que tenemos razón es del fundado por los monjes de Sanjuán de la Peña, a la sazón dueños de las parroquias de san Miguel, san Pedro, san Nicolás y santo Sepulcro, de quienes dependieron hasta el siglo 17, lo que las llevó a la marginalidad, al estar el centro de decisión tan alejado de ellas.
De sus benefactores se pueden contar entre otros al rey Teobaldo II, a Semen Garceiz de Oriz, a la marquesa Gil, hija de don Gil de Bigat, etc. Es curioso que uno de los testamentos más importante de dicho convento  el de Miguel de Boldayn, se encuentre hoy en el convento de santa Clara habida cuenta fueron conventos enfrentados en más de una ocasión por cuestiones de terrenos.
En principio el convento carecía de cerca o muro que lo separase de Los Llanos o Huerta del Rey, como así se llamaba al contorno. Y fue Fray Juan de Eguia quien comienza el muro a requerimiento de Carlos I y V de España y Alemania en el 1534. Lo que motivo algunos enfrentamientos con las monjas de santa Clara, pues no estaba muy bien delimitada la propiedad del mismo. Pero este muro no se debió hacer muy bien porque en 1556 estaba casi derruido, y para rehacerlo se ofreció Jerónimo Vélez de Medrano, señor de Iguzquiza. Obras que conllevaban siempre algún trato de favor. También en aquél tiempo y por consejo del obispo Diego Ramírez Sedeño se mando tapiar la puerta que daba al río y abrir otra que diese a la ciudad, más que todo, para que se observase bien la regla que creía bastante relajada. Lo que llevo a la clausura la dispersión de las monjas y la nueva refundación por parte de Fray Juan de Fenero de san Juan de la Peña. Pero no fue hasta Felipe II que se cerró en mandato de Diego Xuarez Abad de san Juan de la Peña.
Las monjas eran muy pobres y sólo se las reconoce en aquel tiempo un batan, que pudiera ser el que se encontraba en otro tiempo junto a la casa Blanca. También se habla de que eran muy consumidoras de chocolate, lo que no es descabellado pensar que son ciertas las informaciones que nos hablan de un molino de cacao en dicho lugar, o batan reconvertido en molino.

En el proceso que se siguió para el desmantelamiento de la orden se pudo comprobar que por el convento pasaba muchos hombres que incluso pernoctaban en el por tiempo. Algunos fueron juzgados y se armo gran alboroto en la ciudad. Entre ellos se encontraba uno de sus benefactores Juan Vélez de Medrano.
Para el restablecimiento de la clausura el ayto. de la ciudad aportó 700 Ducados, el doble que los aportados por los de san Juan de la Peña.
En el 1600, se encuentra la fecha de la nueva refundación, y para que esta tuviese éxito se les permitió pedir limosna, y no depender tanto de otras donaciones más interesadas.
En 1615 Prudencio de Sandoval obispo de Pamplona se compromete a construir la iglesia y una capilla con la condición de ser enterrado en ella. El encargo de los planos se le hizo a Francisco de Fratín, y el constructor fue Juan de Arana de Estella.
Para el caso de esta nueva iglesia se derribo lo que había y se hizo una provisional, que la hizo un tal Larrañaga también de Estella. Pero cuando fue a cobrar las monjas se negaron hacer y se embarcaron en un proceso largo y que no se sabe si al fin cobro el dicho albañil. Lo que con otros episodios de parecida índole viene a demostrar lo mal pagadoras que eran dichas monjas.
Pedro Fernández Zorrilla Obispo de Pamplona, de nuevo mandó reconstruir el muro esta vez con piedras procedentes del claustro de San Pedro de la Rua, en el 1631, por las que pagó, 234 reales. De este obispo, les puedo hablar más adelante.
Como digo, las monjas fueron siempre malas pagadoras y llevaron a demasiados pleitos al  convento.

No hay nada reseñable hasta 1808, que con la toma de Pamplona por las tropas napoleónicas, las monjas del convento de san Pedro de Ribas se trasladan a Estella y no vuelven a Pamplona hasta 1815.
        Con motivo de la 1ª guerra Carlista el convento de santa Clara es declarado hospital de sangre y sus monjas llevadas al de san Benito. Pero esto duro poco por estas también tuvieron que abandonarlo para trasladarse primero a Irache y luego a Iranzu.
En 1839, se firma por parte del gobierno liberal la disolución del convento, pero esta no se llevó a efecto. Lo que si se llevo a cabo fue la venta por parte del gobierno de unas piezas que estas tenían en Zaldu y en Valdelobos, quedando el convento sólo con las siete robadas de huerto hoy conocidas.
Después de esto, lo más reseñable es la conversión por parte de las monjas del convento en escuela primaria en el año 1960, y que termino en el curso de 1970-71.
        A raíz de eso vino una desamortización de los bienes. El más preciado el retablo barroco obra de Juan III Imberto de Estella, y que hoy se encuentra junto con otros de menor valía en el monasterio de Leire.

Pero como ya he dicho antes este convento no se distinguió por un comportamiento muy escrupuloso en el cumplimiento de las reglas benitas, dando lugar a numerosos escándalos, alguno de ellos con motivación romántica.
Esta escrito que un cura animó a unos cómicos a que acudieran a festejar a una dulce joven, 18 años, que se encontraba en el convento. Los dichos cómicos se acercaron hasta allí y uno de ellos con sus canciones enamoro a la joven que se las arreglo para acudir a sus representaciones nocturnas en la plaza del mercado viejo. El amor que no tiene límites y las pocas ganas de profesar que siempre había manifestado la dicho joven, bien a sus padres, como a la abadesa, hicieron el resto, y una noche se casaron a si mismos en la iglesia y escaparon del convento camino de San Sebastián, siendo capturados en Abárzuza mientras dormían como esposos debajo de un olivo.
Otro episodio que dio mucho que hablar fue la entrada de unos jóvenes estudiantes de la universidad de Irache, que hicieron mofa de las monjas, después de cantar canciones y dar sermones que no convenían. Pero esto sólo eran episodios probados, pero ya las monjas estuvieron siempre en boca de todos por su relajación al permitir la estancia de hombres entre ellas. Incluso algunos durmieron, como así esta acreditado, por varios días. Lo que llevo, como ya he dicho antes, a la disolución de la orden. Ya en la edad moderna se les acuso de bailar con los oficiales en la visita de pretendiente carlista don Carlos Maria Isidro, así como de ser durante un tiempo un lugar de entramado político, con tertulias y espías.
De la voluntad de Sandoval de ser enterrado en el convento nada se sabe, no así del enterramiento del Obispo Pedro Fernández Zorrilla, que quería ser enterrado en Huérmeces, su pueblo, y que al morir fue enterrado en san Benito, y nada se sabe de ello. Lo que ha llegado a mis oídos es que en las excavaciones que se hicieron con motivo de los cines, y teniendo en cuenta que no creo se hiciesen con pulcritud, lo único que se encontró fueron restos de niños, lo que da la medida de cómo disfrutaron de la clausura las dichas monjas.
Como hemos visto, un dechado de virtudes estas monjitas. Todo lo contrario de las de santa Clara, que han mantenido sin menoscabo de su ser el convento con toda su dignidad. Y ya por último, la forma tan indecorosa con la que abandonaron el convento y arrancaron los escudos de la fachada. Y podríamos hablar más del comportamiento y de los avatares de dicho convento pero creo que con esto servirá para que todos conozcamos mejor el convento y sus vicisitudes pero creo que es suficiente. Por último decir que el otrora convento hoy es un centro cultural y de ocio.
                                                                  Julián Ruiz Bujanda
 








2 comentarios:

  1. Muy buen relato, gracias por esta imformación que no es facil enterarse. són retazos de la historia que nos ha precedido, vaya monjitas lo tener amistades masculinas no estaba mal.... pero lo de no pagar los trabajos, no sé que cuentas habran presentado a Dios, bueno yo conoci de muy chica más a las de Santa Clara es que mi padre como buen samaritano, no sé porque llego a tener amistad con el recadero de las monjitas y le convencio para que les ayudara a los trabajos de la huerte, y claro estas tampoco pagaban, solo le regalaban fresas o algo de fruta para los hijas, y tan contento .....que tiempos tan miserables en la posguerra,a tí no te toco, pero a mi de chica si que me acuerdo , entonces la ignorancia de unos y la astucia de la iglesia de entonces hizo que pasaran cosas que hoy nos parecen irreales, Pero sabes cuando entraba mi padre a la huerta tocaban una campanilla y se cubrian el rostro , que pena de vidas alli metidas, bueno Julián, yo tambien te ilustro ,jajaja. Hasta mañana que descanseis,


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