sábado, 11 de diciembre de 2010



FRÍO OTOÑO

Sin apenas tiempo a que las hojas caigan de sus árboles, ya nos han metido en la navidad! Y luego dicen que no hay cambio climático! ¿O será que es un cambio en las formas y maneras del marketing? De cualquier manera, es como si quisiéramos correr para dejar cuanto antes atrás los rigores de un tiempo que se nos presume frío y difícil. Y no sólo por lo climático, sino por el vaivén de las noticias económicas, muchas de ellas más frías que el peor hielo, y que nos enfrían el espíritu y agrandan el sentimiento de impotencia. Una impotencia dada por no saber a quién culpar, a no ser a ese ente tan abstracto que llamamos el mercado, en un eufemismo para no decir nido de especuladores, que tiene nombres y apellidos pero de los que nada nos dicen. Y lo peor de todo es que casi nadie tiene abrigo para ese frío a no ser que se sea banquero, con lo cual puede disponer del dinero de todos, o  político de primera fila. De esos que pueden pagarse una comida a escote de a cuatrocientos veintiséis euros el plato. Antes para aplacar el ánimo se hablaba de un otoño caliente, que era como decir que los ánimos estaban al rojo vivo y cualquier cosa podía pasar, pero eso era antes de que los sindicatos fueran lo que son. También se podía recurrir a decir aquellos de que a todo cerdo le llega su san Martín, pero ya ni eso. Además, queda tan lejos el santo y la matanza, que todavía nos quedan muchas nieblas que pasar y muchos cambios por ver, en un gobierno que camina por donde le digan los que de verdad mandan. Porque no nos engañemos, ni usted ni yo somos nada a no ser que se esté en tiempo de elecciones, porque entonces usted, como todos, es un potencial cliente de un gran banco llamado gobernabilidad y progreso de cartera ajena, donde podrá depositar sus ilusiones para el buen vivir de los anteriormente mencionados. Así que a abrigarse que corre mal tiempo para la lírica.
Julián R. Bujanda. 

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