Convento de San Benito, Estella-Lizarra
San Benito 1268-1990: La
verdad es que de San Benito se puede decir que es un convento sin suerte y mal
llevado por quienes lo ocuparon durante siglos. Pero lo primero será hablar de
su historia.
Algunos historiadores sitúan su fundación a la par que el de la ciudad
y no seria descabellado pensar que fuese cierto, si tenemos en cuenta que ya en
el 1268, se consignan unos pagos de diezmos al fisco incluso mayores que el Puy
que era una ermita muy visitada y de gran predicamento. Esto quiere decir que
ya para entonces albergaba de laguna forma una estructura conventual.
Pero del que tenemos razón
es del fundado por los monjes de Sanjuán de la Peña, a la sazón dueños de las
parroquias de san Miguel, san Pedro, san Nicolás y santo Sepulcro, de quienes
dependieron hasta el siglo 17, lo que las llevó a la marginalidad, al estar el
centro de decisión tan alejado de ellas.
De sus benefactores se
pueden contar entre otros al rey Teobaldo II, a Semen Garceiz de Oriz, a la
marquesa Gil, hija de don Gil de Bigat, etc. Es curioso que uno de los
testamentos más importante de dicho convento
el de Miguel de Boldayn, se encuentre hoy en el convento de santa Clara
habida cuenta fueron conventos enfrentados en más de una ocasión por cuestiones
de terrenos.
En principio el convento
carecía de cerca o muro que lo separase de Los Llanos o Huerta del Rey, como
así se llamaba al contorno. Y fue Fray Juan de Eguia quien comienza el muro a
requerimiento de Carlos I y V de España y Alemania en el 1534. Lo que motivo
algunos enfrentamientos con las monjas de santa Clara, pues no estaba muy bien
delimitada la propiedad del mismo. Pero este muro no se debió hacer muy bien
porque en 1556 estaba casi derruido, y para rehacerlo se ofreció Jerónimo Vélez
de Medrano, señor de Iguzquiza. Obras que conllevaban siempre algún trato de
favor. También en aquél tiempo y por consejo del obispo Diego Ramírez Sedeño se
mando tapiar la puerta que daba al río y abrir otra que diese a la ciudad, más
que todo, para que se observase bien la regla que creía bastante relajada. Lo
que llevo a la clausura la dispersión de las monjas y la nueva refundación por
parte de Fray Juan de Fenero de san Juan de la Peña. Pero no fue hasta Felipe
II que se cerró en mandato de Diego Xuarez Abad de san Juan de la Peña.
Las monjas eran muy pobres y
sólo se las reconoce en aquel tiempo un batan, que pudiera ser el que se
encontraba en otro tiempo junto a la casa Blanca. También se habla de que eran
muy consumidoras de chocolate, lo que no es descabellado pensar que son ciertas
las informaciones que nos hablan de un molino de cacao en dicho lugar, o batan
reconvertido en molino.
En el proceso que se siguió
para el desmantelamiento de la orden se pudo comprobar que por el convento
pasaba muchos hombres que incluso pernoctaban en el por tiempo. Algunos fueron
juzgados y se armo gran alboroto en la ciudad. Entre ellos se encontraba uno de
sus benefactores Juan Vélez de Medrano.
Para el restablecimiento de
la clausura el ayto. de la ciudad aportó 700 Ducados, el doble que los
aportados por los de san Juan de la Peña.
En el 1600, se encuentra la
fecha de la nueva refundación, y para que esta tuviese éxito se les permitió
pedir limosna, y no depender tanto de otras donaciones más interesadas.
En 1615 Prudencio de
Sandoval obispo de Pamplona se compromete a construir la iglesia y una capilla
con la condición de ser enterrado en ella. El encargo de los planos se le hizo
a Francisco de Fratín, y el constructor fue Juan de Arana de Estella.
Para el caso de esta nueva
iglesia se derribo lo que había y se hizo una provisional, que la hizo un tal
Larrañaga también de Estella. Pero cuando fue a cobrar las monjas se negaron
hacer y se embarcaron en un proceso largo y que no se sabe si al fin cobro el
dicho albañil. Lo que con otros episodios de parecida índole viene a demostrar
lo mal pagadoras que eran dichas monjas.
Pedro Fernández Zorrilla
Obispo de Pamplona, de nuevo mandó reconstruir el muro esta vez con piedras
procedentes del claustro de San Pedro de la Rua, en el 1631, por las que pagó,
234 reales. De este obispo, les puedo hablar más adelante.
Como digo, las monjas fueron
siempre malas pagadoras y llevaron a demasiados pleitos al convento.
No hay nada reseñable hasta
1808, que con la toma de Pamplona por las tropas napoleónicas, las monjas del
convento de san Pedro de Ribas se trasladan a Estella y no vuelven a Pamplona
hasta 1815.
Con motivo de la 1ª guerra Carlista el convento de santa
Clara es declarado hospital de sangre y sus monjas llevadas al de san Benito.
Pero esto duro poco por estas también tuvieron que abandonarlo para trasladarse
primero a Irache y luego a Iranzu.
En 1839, se firma por parte
del gobierno liberal la disolución del convento, pero esta no se llevó a
efecto. Lo que si se llevo a cabo fue la venta por parte del gobierno de unas
piezas que estas tenían en Zaldu y en Valdelobos, quedando el convento sólo con
las siete robadas de huerto hoy conocidas.
Después de esto, lo más
reseñable es la conversión por parte de las monjas del convento en escuela
primaria en el año 1960, y que termino en el curso de 1970-71.
A raíz de eso vino una desamortización de los bienes. El más
preciado el retablo barroco obra de Juan III Imberto de Estella, y que hoy se
encuentra junto con otros de menor valía en el monasterio de Leire.
Pero como ya he dicho antes
este convento no se distinguió por un comportamiento muy escrupuloso en el
cumplimiento de las reglas benitas, dando lugar a numerosos escándalos, alguno
de ellos con motivación romántica.
Esta escrito que un cura
animó a unos cómicos a que acudieran a festejar a una dulce joven, 18 años, que
se encontraba en el convento. Los dichos cómicos se acercaron hasta allí y uno
de ellos con sus canciones enamoro a la joven que se las arreglo para acudir a
sus representaciones nocturnas en la plaza del mercado viejo. El amor que no
tiene límites y las pocas ganas de profesar que siempre había manifestado la
dicho joven, bien a sus padres, como a la abadesa, hicieron el resto, y una
noche se casaron a si mismos en la iglesia y escaparon del convento camino de
San Sebastián, siendo capturados en Abárzuza mientras dormían como esposos
debajo de un olivo.
Otro episodio que dio mucho
que hablar fue la entrada de unos jóvenes estudiantes de la universidad de
Irache, que hicieron mofa de las monjas, después de cantar canciones y dar
sermones que no convenían. Pero esto sólo eran episodios probados, pero ya las
monjas estuvieron siempre en boca de todos por su relajación al permitir la
estancia de hombres entre ellas. Incluso algunos durmieron, como así esta
acreditado, por varios días. Lo que llevo, como ya he dicho antes, a la
disolución de la orden. Ya en la edad moderna se les acuso de bailar con los
oficiales en la visita de pretendiente carlista don Carlos Maria Isidro, así
como de ser durante un tiempo un lugar de entramado político, con tertulias y
espías.

De la voluntad de Sandoval
de ser enterrado en el convento nada se sabe, no así del enterramiento del
Obispo Pedro Fernández Zorrilla, que quería ser enterrado en Huérmeces, su
pueblo, y que al morir fue enterrado en san Benito, y nada se sabe de ello. Lo
que ha llegado a mis oídos es que en las excavaciones que se hicieron con
motivo de los cines, y teniendo en cuenta que no creo se hiciesen con
pulcritud, lo único que se encontró fueron restos de niños, lo que da la medida
de cómo disfrutaron de la clausura las dichas monjas.
Como hemos visto, un dechado
de virtudes estas monjitas. Todo lo contrario de las de santa Clara, que han
mantenido sin menoscabo de su ser el convento con toda su dignidad. Y ya por
último, la forma tan indecorosa con la que abandonaron el convento y arrancaron
los escudos de la fachada. Y podríamos hablar más del comportamiento y de los
avatares de dicho convento pero creo que con esto servirá para que todos
conozcamos mejor el convento y sus vicisitudes pero creo que es suficiente. Por último decir que el otrora convento hoy es un centro cultural y de ocio.
Julián Ruiz Bujanda