sábado, 13 de noviembre de 2010

OTOÑO


Amarillean los chopos ya casi desnudos y los pasos van arrastrando las hojas que cantan en su crujir la canción del otoño. El canto de los pocos pájaros que todavía nos acompañan nos sacan del apuro de tener que hacer inventario de lo no cumplido para devolvernos a la realidad. Y es en ese momento cuando vemos girar en repentino torbellino de gélido viento un grupo de hojas. Pero no sé por qué en el trascurrir de esta estación, quizás lo efímeros que comienzan a ser los rayos de sol, nos recuerdan lo fugaz de nuestra existencia. Y en paradoja, es en esta época cuando los sentidos se llenan de colores de lo vivido. Seguimos el paseo y el aire nos trae el olor de la pira de plantas que humean en una cercana huerta mientras el hortelano encorvado y con ahincada lentitud trabaja una tierra oscura y fértil. Y será la mañana cuando la escarcha la albeará. Sigo el paseo y compruebo como las paredes de las tapias que cierran las huertas antes resecas vuelven a musgosear. ¡Que bien se aprecia el otoño en el verde del agua o el trasluz de la escarcha! ¡Que bien que exista el otoño para hacernos reflexionar!  Porque: Algún día se pondrá de moda la belleza.

A JUAN RUIZ PEÑA

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